Si alguna vez te has preguntado qué es el viche o biche, acá te contamos. El viche es un destilado colombiano, más específicamente, es un destilado tradicional y ancestral de las comunidades afrocolombianas de la Región Pacífica con un importante significado social y cultural. El origen de la palabra “viche” proviene del término Bantú “Bichi” del continente africano y su significado sería un estado verde o inconcluso de maduración de las frutas; lo que lleva a pensar en muchas ocasiones que el viche es un destilado de caña “cruda”, pero esto podría decirse que no es así pues la caña debe de tener un estado de maduración.
Esta bebida espirituosa se da a partir de la destilación del jugo fermentado de la caña de azúcar madura en un alambique tradicional; y es en este destilado donde se encuentra inscrita gran parte de los procesos de lucha y resistencia que han gestado las comunidades afrocolombianas desde la colonización, con la estigmatización, persecución y la no presencia del Estado. Hasta ahora, con la Ley el Viche del 2021 y la inclusión de esta bebida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, donde se abre una oportunidad para modificar la relación del país con esta comunidad y su manifestación insignia.
El viche es un destilado único en Colombia y el mundo, pues no solo tiene como denominación de origen un territorio exclusivo – las zonas rurales ribereñas y costeras de la Región Pacífica colombiana – sino que además para llamarse viche tiene que ser elaborado exclusivamente por las comunidades afrocolombianas. Su denominación de origen tiene carácter territorial y étnico. Es así como los procesos de lucha y resistencia de las comunidades afrocolombianas se ven reflejadas en los procesos de producción del viche que están ligados directamente con la ruralidad y con técnicas tradicionales que les han posibilitado tener un equilibrio con su entorno.
“Hablar de viche es hablar de lucha, cimarronaje y resistencia”
Los municipios de las zonas ribereñas y costeras con historia productora de viche se encuentran ubicados en los departamentos de Nariño, Cauca, Valle del Cauca y Chocó y estas ubicaciones responden a los procesos de asentamiento tras la libertad en las luchas de cimarronaje que se gestaron en la época de la colonia y posterior a la abolición de la esclavitud, donde el territorio que compone la Región Pacífica les permitió resistir en sus luchas por la libertad. Hablar de viche es también hablar de estas resistencias históricas y los derechos adquiridos; es hablar de las luchas comunitarias contra la estigmatización, la persecución y prohibición de los saberes etílicos de las comunidades frente a un Estado que en muchas ocasiones no ha hecho presencia y ha legitimado la violencia y desigualdad en estos territorios.
El viche está inmerso en la vida de las comunidades del Pacífico colombiano. Muchos maestros y maestras vicheras manifiestan que el viche está mucho antes del nacimiento y hasta después de la muerte. Hace parte de la configuración social de las comunidades afrocolombianas ya que constituye sus prácticas sociales, espirituales, simbólicas y actualmente económicas, respondiendo a las formas en las que entienden y han vivido su territorio a través de los actos de resistencia, que se han gestado a lo largo de la historia.
“Cada viche es único, esa es la riqueza particular de este destilado”
El viche no solo es un destilado de caña de azúcar, el viche da sentido a muchas de las acciones de la cotidianidad. Ha dado sentido a la forma en que las comunidades se han relacionado con el mar y el río, con la agricultura y el respeto por los ciclos de crecimiento, con la selva, los usos que esta permite tener y el respeto que se le debe de dar. Desde lo cotidiano, el viche ha permitido curar males y enfermedades con las sabedoras y sabedores, ayudar contra la picadura de culebras en el monte, como se le dice a la selva, cuidar las mujeres en estado de gestación de la mano de las parteras tradicionales, dar la bienvenida al recién nacido, despedir entre chigualos y cantos a niñas, niños y personas que fallecen, entre muchas otras manifestaciones.
“Han sido las mujeres a lo largo de la historia quienes han preservado y transmitido los saberes del hacer viche, de madres a hijas, de abuelas a nietas o entre comadres.”
El papel de las mujeres en la historia del viche ha sido supremamente relevante, ya que la organización social en muchas de las comunidades del Pacífico es matrifocal[1], es decir, que las mujeres son quienes lideran las crianzas y toma de decisiones en las familias. Esto ha permitido que los conocimientos alrededor de la elaboración del viche se hayan transmitido a lo largo de las generaciones, de madres a hijas, por medio de la tradición oral y la aplicación de todos los conocimientos en el hacer práctico. Han sido las mujeres especialmente quienes han conservado y transmitido los conocimientos alrededor del viche; su sembrado, cuidado, rocío de la caña de azúcar y la destilación; los posibles derivados del producto y los diferentes usos que se le pueden dar.
Si bien han sido las mujeres quienes históricamente se han encargado de la producción y transmisión de los conocimientos alrededor del viche, en la actualidad y gracias al auge económico de esta actividad, hay una nueva generación productora con una importante presencia de población masculina.
Al ser un destilado de la caña de azúcar, el viche tiene su dulzor característico y la riqueza particular que cada una de las zonas productoras le aporta a esta bebida. En cada territorio se han transmitido saberes sobre diversas y particulares maneras de elaborarlo, y va a depender de las características del espacio y de los secretos instaurados en cada una de las productoras o productores, el resultado final. Los viches saben mucho más que a caña de azúcar, también saben a río, a selva, a sembrados de plátano o árboles frutales; sabe a la acidez de mar en algunas ocasiones, y en otras sabe a aguas estuarinas. La rica biodiversidad del Pacífico colombiano, así como los diversos métodos de fermentación y destilación crean características organolépticas particulares en los diferentes viches.
Nos encontramos en un momento especial en la historia de nuestro país; tenemos la oportunidad de conocer, respetar, admirar y disfrutar una bebida espirituosa propia, originaria de nuestra diversidad étnica y geográfica. Un destilado singular, de gran calidad, ¡que representa un pueblo, un territorio, una forma de ver e interpretar el mundo y que ahora está al alcance de todas!
[1] ICANH (1997) lo expone en el informe 11 “La ruta del viche” sección “matrifocalidad”