MERCEDES GONZÁLEZ IBARGÜEN
Cuando la maestra Mercedes nació le ojearon el cabello, un mal de ojo una señora con humor fuerte hizo que su cabello lacio se encrespara y tomara la forma poderosa de sus ancestras. A los 5 añitos se fueron de Cantín a Virudó por el trabajo de sus padres.
Desde sus 10 añitos empezó a acompañar y a aprender de su madre Patrocinia la labor de producir del viche, quien había heredado a su vez este conocimiento de la abuela de la maestra Mercedes. Juntas se iban de madrugada a rozar la caña, salían desde las 4 de la mañana a navegar las aguas calmas del río, mientras su madre piloteaba ella disfrutaba del paisaje en la proa de la canoa.
Solían llegar a las 8 de la mañana, mientras una pequeña Mercedes hacía el desayuno para ambas, doña Patrocinia empezaba a rozar para que después su hija raspara la caña. Juntas cargaban la caña para llevarla al pueblo para la molienda. Desde las 4 de la mañana se escuchaba el viejo trapiche mata cuatro siendo utilizado para sacar el guarapo. En ocasiones era difícil encontrar alguien para hacer este trabajo.
Subir hacia los cañaduzales suele ser desafiante para las y los productores. En una de las veces que iban a su cañaduzal, la canoa de la maestra Mercedes y la señora Patrocinia se volteó en el río, la maestra Mercedes recuerda a su madre buscarla para sacarla de las aguas torrentosas con las que ella luchaba por no saber nadar aún. Recuerda escuchar a su madre llorar y lamentarse, pensando que Mercedes se había ahogado pues la sacó casi inconsciente, mientras sacaba el agua del cuerpo de su hija.
La maestra Mercedes y sus 10 hermanos siempre estuvieron al lado de su madre pues su padre tuvo que irse a curarse de un embrujo donde diferentes yerbateros.
Guarda con cariño sus momentos destilando viche junto a su madre y aunque desde los 10 años es una productora dedicada, tras la muerte de la señora Patrocinia, la maestra Mercedes dejó de destilar por un tiempo. Decía que no quería volver a sacar más viche porque ella solo lo producía con su madre. Fue solo 9 años después de su fallecimiento que la maestra Mercedes decidió volver a la labor para sacar a su familia adelante.
Aunque de sus 7 hijos ninguno se dedica al viche y de vez en cuando cuenta con la ayuda de su esposo Dionisio, generalmente a ella le toca producir todo sola; sin embargo, cuenta con su compañero de vida Falcón, un perrito criollo guardián que la defiende hasta en sus peores pesadillas de las serpientes a las que tanto teme la maestra Mercedes, él es quien la acompaña siempre. Juntos salen desde la madrugada a navegar río arriba en silencio y pasan de 3 a 5 días en el cañaduzal, desayunan juntos y mientras ella roza, raspa y lava la caña en medio del monte, Falcón vigila que ningún peligro se acerque a su querida dueña pues sabe que para ella esta es la parte más difícil del proceso de producir el viche.
Hoy Falcón es un perrito vichero y valiente de 6 añitos que no duda dos veces en defender a la maestra Mercedes, nadie en quien él no confíe se puede acercar a ella y duerme siempre echado a su lado todas las noches. Junto a su hermano llegaron cachorros a acompañar a la maestra, sin embargo sólo él sobrevivió él de las garras de un tigre. La maestra Mercedes quiere otro perrito que los acompañe y los defienda de los felinos de la selva chocoana.
Cuando regresan a casa la espera su hija para moler la caña en un trapiche mecánico de Virudó, el señor Dionisio corta la leña para el fogón para cargar el guarapo en la olla a hervir. Separa el residuo y hace melao para poner a enfriar el guarapo por 3 días, en un tanque que previamente ha lavado con agua caliente y hierbas, para después taparlo con hoja negra y dejarlo fermentar durante 15 días; cuando las burbujas le indican que está listo el guarapo, llena la olla con este y saca de a una botella de viche por cada dos días, las gotas caen lentamente durante este tiempo impregnandose de los aromas de su ramada.
Ella sueña con tener su propio trapiche para moler su caña y con mejorar su ramada para no exponerse tanto al humo y al calor de las llamas al destilar ¡También sueña que su viche sea reconocido!
Se enorgullece cuando la gente dice que su viche está rico y sabroso, le gusta que los jóvenes la busquen para sus celebraciones y paseos.
Vive en un lugar con pocas personas, donde se siembra la caña, el plátano, el maíz y el arroz.
Sobre la marca 'La Chola'
El diseño de marca de 'La Chola' fue donado por Valeriana. A través de la juntanza creativa y las conversaciones con la maestra Mercedes, creó un universo visual que cuenta la historia de la maestra y su territorio
Diseñadora, Antropóloga cultural y Artista. Valeriana cuenta historias a través de murales, textiles e ilustraciones sobre la relación entre género, espiritualidad y territorio. Su discurso y estilo gráfico se ha construido en medio de sus procesos migratorios entre Colombia e Indonesia en los últimos seis años. Tiene un enfoque en investigación-creación y diseño participativo que siempre están alineados con la creación de sentido y la representación de visiones comunitarias basadas en respeto y soberanía.
Durante la dirección creativa de La Chola, en múltiples conversaciones la Maestra Mercedes y Valeriana encontraron un amor en común; las plantas. En este caso, las plantas que sostienen, cuidan y nutren la caña de La Chola, enviadas en videos para ser ilustradas desde Indonesia por Valeriana para esta etiqueta junto con sus indispensables: su perrito Falcon, la fuerza de su machete y su madre, la Maestra Patrocinia cuidándola desde el cielo.