El viche, esa joya líquida nacida de las entrañas del Pacífico colombiano, merece ser valorizado y reconocido en su justa medida. Detrás de cada destilación se esconde una historia de esfuerzo, tradición y resiliencia de las comunidades negras que merece ser apreciada.
En las tierras inaccesibles del Pacífico, donde las carreteras son escasas y el transporte es principalmente por río y mar, se encuentran los hogares de las valientes productoras de viche. Lugares como Virudó en Chocó o San Bernardo de Saija en Cauca son alcanzados después de largas travesías en lancha, muchas veces enfrentando las inclemencias del clima y otras de desafíos de orden público.
Estas mujeres, guardianas del saber ancestral, dedican horas interminables a la destilación del viche. Pero su trabajo va más allá de simplemente producir una bebida espirituosa. Cada destilación es un acto de amor hacia su tierra, hacia su cultura y hacia las generaciones que las precedieron. Es un homenaje a la historia y a las tradiciones que han forjado su identidad.
Sin embargo, a pesar de su arduo trabajo y dedicación, muchas de estas productoras apenas obtienen ganancias suficientes para subsistir. El acceso limitado al mercado y la falta de valorización del viche contribuyen a que sus esfuerzos no sean debidamente recompensados. Esto no solo afecta su calidad de vida, sino que pone en riesgo la continuidad de una tradición ancestral.
Es hora de que el viche sea reconocido en su justa medida. Es hora de que se le otorgue el valor que merece, tanto cultural como económico. Esto implica no solo pagar un precio justo por cada botella, sino también apoyar y promover las prácticas sostenibles de producción.
Al valorizar el viche, reconocemos el legado de las comunidades negras del Pacífico y aseguramos que su labor perdure por generaciones venideras, honrando así a las productoras y los productores fortaleciendo su legado.
Cada sorbo de viche es un viaje al corazón del Pacífico colombiano. Cada botella es un tributo a la historia y a la cultura de una región y comunidad rica en tradición y en sabores. Es hora de que el viche brille con todo su esplendor, iluminando el camino hacia un futuro más justo y equitativo para todos.