La Maestra Nora está cerca del viche desde su nacimiento pues su madre se dedicaba a la destilación. Creció en una finca metida hacia el monte, donde aprender el arte del viche implicaba subir al cañaduzal a punta de machete y canalete. Desde joven, la Maestra Nora se sumergió en la tarea de moler la caña en el trapiche, absorbiendo las enseñanzas de su madre y sus secretos de producción, por ejemplo, la forma para determinar el punto óptimo de fermentación del guarapo pegando la oreja a la olla para escuchar las burbujas que se generaban por el tiempo en reposo. Recuerda con alegría las damajuanas grandes de vidrio y el alboroto de la comunidad los días que tocaba apagar los fogones y esconder el viche de los celadores que lo perseguían para decomisarlo y regarlo.

La única mujer de una familia humilde de 9 hijos, asumió con gran dedicación las labores relacionadas a la destilación junto a sus hermanos para ayudar a su madre: una mujer cabeza de hogar “(...) Nosotros rozamos caña, cargabamos, molíamos porque salimos fuertes con estas manotas junto a mi hermano '¡A moler!' le decía”