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Misión Chocó – La extraordinaria labor de las productoras de Viche

Por La Vichería /  Feb 6, 2024 / Cateogría:

Desde el cielo se puede admirar la imponente Cordillera Occidental y la vastedad de una zona selvática densa, de belleza exuberante drenada por caudalosos y profundos ríos cómo el San Juan, Atrato, Mira, Patía y el Baudó que tejen geográficamente el paisaje y desembocan en las aguas cálidas del océano Pacífico.

Allá abajo, en las zonas costeras de los departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño, es decir, en el Pacífico colombiano, viven alrededor de 1 millón de personas de las comunidades afrocolombianas e indígenas que conviven en varios territorios, intercambian saberes ancestrales y cuyos sistemas de economía giran alrededor de sus ríos y recursos naturales.

Nuestro destino es el Chocó y nuestra llegada a Nuquí se da en medio a la efervescencia por las elecciones regionales del 2023, con presencia del ejército velando por la protección del derecho al voto, en una zona donde el orden público es incierto.

Diego González Valdés, nuestro querido Maestro Vichero de Chocó, que vive del turismo y produce el Viche Son de Caña en Guachalito, nos espera con ansiedad y una amplia sonrisa de bienvenida. ¡Qué bueno reencontrarlo! Después de un rápido recorrido por el municipio de Nuquí Don Diego nos lleva en lancha al primer punto de nuestra misión vichera, Guachalito, que está ubicado en el golfo de Tribugá a 40 minutos de distancia.

¡La llegada a la playa de Guachalito es emocionante! El Maestro Diego ancla su lancha y nos conduce a su casa-posada, el Ecolodge Mar y Rio, que queda de frente a una hermosa playa al lado de un río desbordado por la marea alta; somos recibidos en su bar de viche por Dayane con un cóctel especial: agua de coco pipa con viche.

Llegando a la posada del Maestro Diego en Guachalito

Guachalito es un pedazo de paraíso en la tierra, casa temporal de las ballenas jorobadas y de la gente amable que allí nació y se crió. Exploramos la Ruta del Viche, actividad turística realizada por el Maestro donde muestra desde el trapiche mata-cuatro heredado de su abuelo y de quien aprendió la tradición de destilar, hasta la zona de producción. Nos metemos en el río y en el mar de Diego, escuchamos y vemos a las ballenas, comemos el pescao fresco y nos damos cuenta por qué el Viche Son de Caña es tan rico en sabores, aromas, al mismo tiempo complejo y singular.

¡Esta es la riqueza del viche! Al hervir una olla de destilación con guarapo fermentado los vapores que se condensan y dan origen al viche, capturan toda la riqueza de su entorno biodiverso, la ancestralidad, historia y resistencia de la gente que lo elabora.

Aprendemos un poco más sobre las técnicas de destilación y la persistencia del Maestro Diego por hacer un producto con cada vez más calidad. Conocemos su obstinación en producir un viche superior en atributos y nos damos cuenta de que su saber lo fue perfeccionando por medio de infinitas pruebas e observaciones empíricas de cómo se comportan las diferentes variedades de caña en el proceso de cocción y fermentación, que es clave para determinar la transparencia y la pureza del elixir ancestral. Diego destila su viche bajo la mirada de nuestras cámaras y ojos curiosos por conocer sus secretos. Probamos al Viche Son de Caña calientico, recién destilado y nos enamoramos aún más de su gusto, perfume y de su esencia

Maestro Diego González Valdés armando su olla de destilación

Más adelante, tenemos el privilegio de ser presentados a la Señora Nora, Maestra Vichera “jubilada” y el señor Marciano, madre y padre de Diego, que nos cuentan historias del territorio y de cómo hicieron de Guachalito su hogar.

Los padres de Don Marciano se asientan en Guachalito y conforman familia – “Allí arriba yo nací…” dice él, apuntando hacia donde hoy vive una de sus hijas, que desde el balcón de su casa puede observar a las ballenas. Años después conoce a Doña Nora en Jovi, se casan y también forman familia. 

Hay  un clima rico, soleado y atípico según nos cuenta Don Marciano, criticando que el cambio climático ha hecho que por días seguidos se haya podido disfrutar de condiciones así; generalmente esta playa es fría y de constantes lluvias. 

El padre tiene mucho orgullo del hombre en quien se convirtió el maestro Diego y nos cuenta con convicción que el viche de su hijo es reconocido por el público local y por los extranjeros que vienen a visitar a la posada Mar y Río. De hecho, el Maestro Diego es un hombre muy activo y emprendedor: diseñó y construyó con sus propias manos su posada, es productor de viche y mientras pone el guarapo fermentado a destilar, trepa rapidamente a una palma cercana para cosechar el coco con el cual hará sus famosas cocadas, preparadas con la miel de caña también producida por él; además es pescador, buceador, protector del océano y un gran amante de su entorno.
Estamos acompañados de la Maestra Susana Montaño Granja, productora del Viche Del Solar, Vereda San Bernardo de Saija, Timbiqui, Cauca, que está contenta en poder destilar viche con el Maestro Diego e intercambiar técnicas de destilación.

Maestra Susana (San Bernardo de Saija, Timbiquí, Cauca) y maestro Diego (Guachalito, Chocó, Nuquí) intercambiando saberes y destilando en equipo el Viche Son de Caña

Junto a ella y a la mano del Maestro, arrancamos en lancha hacia Virudó en el Bajo Baudó, un corregimiento convertido en isla y con fuerte vocación vichera.

En el trayecto somos sorprendidos con aguas verde esmeralda del mar chocoano, formaciones rocosas imponentes con arcos conformados por el golpe de las olas y túneles que soplan la marea a cada ida y venida formando grandes vapores de agua; avistamos a una familia de ballenas jorobadas donde la mamá lacta al ballenato; la mamá ballena está pasiva, haciendo movimientos extremamente lentos, se dejando llevar por la corriente mientras amamanta a su criatura.

Después de una hora en lancha a mar abierto llegamos a las venas de río que dan acceso a nuestro destino, surfeando las olas para finalmente adentrarse en el portal que nos dá acceso a la carretera marítima hacia Virudo, que está hecha de manglares centenarios inolvidables y rodeada de vibrante vida y belleza natural.

Llegamos donde la Maestra Mercedes. El Maestro Diego parquea la lancha y, cuando entramos en la zona de producción de viche que está detrás de la sencilla casita de la familia de la Maestra Mercedes y su simpático esposo Dionisio, somos transportados en el tiempo. Ella produce un viche, aún sin nombre, y quien después de dos horas de charla nos cuenta que si tuviese que darle uno sería Viche La Chola, su apodo.

Doña Mercedes produce su viche tal como le enseñó su mamá: usa ollas tradicionales con cabeza hecha en madera de balso, utiliza pegante de plátano para unir las varias partes de la olla y destila a fuego abierto sin cualquier protección contra el humo; achica el agua con tutumas grandes, las tinas donde fermenta el jugo de caña son tapadas con hojas de plátano además siempre que sale cosechar le toca remar por tres horas hasta llegar a su cañal. Por allá se queda por 2 o 3 días hasta finalizar la rozada, lavado y cargamento de su barco con la caña. 

Sus condiciones de trabajo son demasiado básicas, por no decir precarias y salimos de su casa con la certeza de que la producción de viche, de forma general, urge de mejorías. Una persona que trabaja sola, respirando el humo de su fogata, teniendo sus ojos afectados por el mismo y bajo un esfuerzo sobrehumano para sacar su destilado necesita mejores condiciones para ejercer su labor, una labor que muchas veces no es visibilizada tampoco reconocida por intermediarios y consumidores que exigen precios bajos.

VIRUDO

Avanzamos 10 minutos más en lancha hasta llegar al pueblo de Virudó, lugar de una comunidad humilde de casas palafíticas de aproximadamente 100 familias que viven del plátano, la papa china, la pesca, el arroz, la piangua y el viche. Sin embargo, la producción del viche ha sido dejada de lado como actividad económica en los últimos tiempos ya que las productoras y productores han tenido la necesidad de producir su alimento para la subsistencia.

Así mismo, hay un gran reto por parte del liderazgo de Virudó en mejorar la calidad de vida de los habitantes del pueblo pues no hay presencia del estado lo que afecta negativamente el desarrollo de la comunidad; el desafío logístico de las productoras para sacar su viche a la ciudad es gigante, además hay una gran cantidad de personas víctimas de desplazamientos forzados, especialmente desde Cuevitas, otro pueblo cercano fuertemente afectado por la violencia de los grupos armados.

Nos encontramos con una representante de la Unidad para las Víctimas, que brinda protección y atención a víctimas de desplazamiento forzado bajo el Decreto-ley número 4635 de 2011 por el cual se dictan medidas de asistencia, atención, reparación integral y de restitución de tierras a las personas pertenecientes a comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras; Nataly está por primera vez en el corregimiento y tiene la mission de entregar instrumentos musicales para la comunidad.

Tenemos el privilegio de conocer a tantas mujeres fuertes, increíbles y productoras de viche como Doña Moita, Doña Hermínia y Doña Eva entre tantas otras con historias impactantes y de mucha resistencia. 

A cada visita que hacemos a las casas de las maestras vicheras de Virudó tenemos la compañía del Maestro Diego y de la Maestra Susana, quienes intercambian con entusiasmo sus conocimientos; es una belleza asistir a esta interacción por primera vez entre productores de diferentes regiones del Pacífico sedientos por conocer en detalle otras técnicas de producción del viche.

Una de las técnicas más dispendiosas es achicar, el ejercicio del constante cambio de agua de la paila u olla de agua que hay que hacer para evitar que el viche se rebote mientras se destila, además las productoras están en costante contacto con el humo de las estufas improvisadas. El Maestro Diego y la Maestra Susana van conociendo sus formas de producción y les explican que se puede introducir un sencillo sistema de mangueras para refrigerar el agua, además construir hornos con chimenea para evitar el contacto con el humo, lo que generó bastante ánimo en las portadoras de tradición de viche en Virudó.

Las dos noches que estuvimos ahí fueron animadas por fiestas que celebraban la llegada de los instrumentos entregados por la Unidad de Víctimas a la comunidad. 

Dos días después salimos rumbo a Terrón, en una lancha grande que acomodaba alrededor de 60 personas. Al son de canciones, curaos y muchas sonrisas recorrimos las sinuosas carreteras marítimas rodeados de los increíbles e imponentes mangles; hora y media después dejamos a algunas mujeres, varias de ellas productoras de viche que habían sido llevadas por la Unidad de Victimas a Virudó. Pasamos por Cantil y luego seguimos al corregimiento de Pilizá, que es un punto de acceso por el cual tenemos que cruzar para seguir el viaje rumbo a Siviru; en moto por playa llegamos a Pizarro, 30km después.

Ya en Pizarro nos encontramos con nuestro anfitrión y residente de Siviru, Heiler, con quien seguimos en lancha en una aventura por mar abierto y luego ríos hasta llegar a nuestro último destino, ya de noche.

Maestras Susana y Herminia, con madre de Herminia, intercambiando conocimientos sobre ollas de destilación

SIVIRU

Es considerada por sus habitantes la isla del encanto y la tierra de la abundancia. Una comunidad más desarrollada, con casas en ladrillos y que han innovado en la producción del viche. Viven de la pesca, la piangua, la madera y el viche y tienen la facilidad de tener el mar cercano como ruta para vender su producción. Sin embargo están olvidados por el Estado; explican algunos de sus habitantes que no llegan los proyectos del gobierno por ser considerada zona de riesgo pues el mar puede barrer a la comunidad a cualquier momento. De hecho los efectos del cambio climático han amenazado a la comunidad fuertemente, en agosto de este mismo año (2023) hubo una tormenta donde el mar creció demasiado e inundó parte de Siviru.

Tienen como vecinos a la comunidad de Dotenedon, Uzaragá, Pomeños, Manglares y Madera, aparte de la comunidad indígena de los Emberá, que convive en plena harmonía con los habitantes de Siviru y de hecho hacen parte del pueblo. 

Hay un clima de menos tensión en Siviru. Al parecer no hay presencia del conflicto armado e esto puede hacer que la comunidad viva de manera más tranquila y cuenten con más recursos financieros; a pesar de que esto lo afirma la mayoría, hay otras personas que confiesan tímidas que lo mejor es no hablar mucho del tema. No significa que sea una comunidad próspera, ya que tiene desafíos de infraestructura importantes como la falta de un acueducto o relleno sanitario, pormencionar algunos, sin contar los desafíos educacionales: la escuela no cuenta con baños por ejemplo y los niños indígenas de 7 a 14 años que estudian ahí quedan albergados en un salón de lunes a viernes, alejados de sus familias y contando con el favor de profesores y amigos para que los alimenten y los cuiden.

En Siviru nos encontramos con un grupo de mujeres organizado por medio de una asociación de productoras llamada Siviviche, que está buscando crear un cultivo de caña común para organizarse cada vez mejor en la producción y comercialización del viche, con el gran objetivo de ganar en escala y lograr más colaboración, ya que la destilación en ollas tradicionales es muy dispendiosa. Algunas adquirieron ollas en acero inoxidable con más capacidad para destilar y las alquilan a las demás productoras.

Después de probar excelentes viches hechos por estas mujeres emprendedoras y ser recebidos por varias de ellas en sus casas, dos productoras nos llamaron la atención por su labor, personalidad y determinación: Nora y Vicky, increíbles maestras vicheras que con sus técnicas de destilación primoreadas destilan viche de increíble calidad y de las cuales esperamos pronto ver a sus marcas Chaka Chaka y Esperanza en La Vichería.

8h despues en lancha saliendo de Siviru hacia Buenaventura y otras 3 horas para llegar a Cali, finalizamos nuestra Misión Chocó. 

Terminamos este recorrido con la convicción de que el viche es un producto extraordinario, preparado por mujeres batalladoras que han resistido con su tradición – muchas para sacar a sus familias adelante con bravura, y con la gran reflexión de que la calidad de vida y las condiciones de trabajo de estas mujeres importan y pueden ser mejoradas de forma sencilla y con poca inversión financiera, sin cambiar la tradición de elaboración de esta bebida espirituosa y espiritual tan potente. 

La extraordinaria labor del viche y la ruta para hacer llegar una botella a Cali, Bogotá, Medellin y Cartagena es larga y ardua, y es necesario que se sepa y se hable de esto para que su comercialización coja el rumbo correcto y para que las productoras realmente puedan obtener ganancias justas con la venta de su destilado ancestral.

(Este artículo es resultado de una expedición realizada con el objetivo de conocer a productoras de viche en territórios de vocación vichera del Pacífico colombiano, en la cual participaron la Maestra Susana Montaño Granja de Viche del Solar, Maestro Diego Gonzáles Valdés de Viche Son de Caña, Jhonny Coffey y yo, Sonia Sofia).

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